Letras y música para volar… a Buenos Aires (parte 1)

El 24 de septiembre del año pasado aterricé en Argentina con la misión de reconstruir los pasos de uno de los músicos más legendarios que ha dado Latinoamérica: Gustavo Cerati.

Mi interés por este viaje comenzó en 2014, ante la noticia del fallecimiento de Gustavo y la gran desilusión que me causaba el saber que nunca podría asistir a uno de sus conciertos (sí, soy una fan frustrada, de las que se quedaron ahorrando para la siguiente gira que nunca volvió a ocurrir). No me resignaba a vivir la música de Cerati a través de unas bocinas o unos audífonos, buscaba algo más, digamos… sensorial, entonces surgió la idea de conocer la Ciudad de la Furia.

Desde México tracé la ruta, dediqué semanas a la lectura de biografías, entrevistas y noticias publicadas en otros años para definir los lugares que visitaría y que fui marcando a modo de acupuntura urbana sobre el mapa.

Crédito: Xoch Álvarez, elaborado desde Google Earth

Fue entonces que, cuatro años después de la idea, me instalé en la ciudad de Buenos Aires y di inicio a mi peregrinaje en el lugar donde todos comenzamos la historia de la vida: la infancia.

En Villa Ortúzar, un barrio pequeño, de poca población y una añeja presencia industrial, se localiza la casa donde Gustavo pasó su niñez y adolescencia. Por supuesto que no me acerqué a la puerta, tan sólo permanecí unos minutos ahí fuera, contemplando una fachada de color blanco y unas ventanas abarrotadas que, ese día averigüé, evitaban que fans enloquecidos de la época de oro de Soda Stereo, ingresaran al inmueble. A través de mis audífonos escuchaba la voz de Gustavo diciendo que no había nada mejor que casa cuando sentí la mirada profunda de uno de los vecinos, entonces comprendí que era momento de retirarme.

Estaba cansada por la caminata y a unos metros de ahí se escuchaban unos niños jugando fútbol: – ¡Un parque!– pensé, entonces fui en busca de un asiento para tomar fuerzas y volver a mi departamento en Colegiales. No había ni cruzado la calle, cuando al alzar la vista ahí estaba, un Gustavo de mosaicos, de unos dos metros de alto, envuelto en constelaciones y colores santos; sentí cómo mi corazón se aceleraba por la inesperada recepción. Después descubrí que el propósito de ese mural no era el del homenaje, sino el de brindar fuerza y compañía a la familia Cerati.

Este trabajo, realizado por Osky Di Biase en 2017, puede ser visitado en la plaza 25 de Agosto, lugar donde el niño Gus creció y en el que seguramente se raspó las rodillas en más de una ocasión.

Mural Cerati
Crédito: Xoch Álvarez

Después de la infancia me brinqué directamente a la etapa universitaria, época de un Gustavo vulnerable y confundido que decidió estudiar Publicidad en la Universidad del Salvador, y que gracias a esta indecisión en su proceso de descubrimiento personal, conoció a Zeta Bosio y a Charly Alberti, sin imaginarse que la locura que estaban por desatar era cuestión de tiempo y ensayos.

El barrio de la Recoleta, encargado de dar contexto a la etapa estudiantil de Gustavo, se trata de uno de los más atractivos de la Ciudad de Buenos Aires, famoso por su arquitectura parisina y sus diversos espacios culturales como el Cementerio de la Recoleta, el Museo Nacional de Bellas Artes o la Plaza Francia, que hacen de este espacio una visita obligada para cualquier turista.

Relativamente cerca del lugar que reunió a los Soda, se encuentra el barrio Monserrat, mejor conocido como Palermo Viejo, la otra visita obligada de Buenos Aires, que en sus limítrofes alberga la histórica Plaza de Mayo donde surgió el colectivo de las Madres de la Plaza de Mayo debido a la dictadura Argentina de 1976 o la Casa Rosada o el Museo Cabildo o el imperdible Café Tortori, primer cafetería de Buenos Aires inaugurada en 1858, donde se fomentó la protección de las artes y las letras en la década de los 40’s y que recibió figuras como la de Jorge Luis Borges y Albert Einstein -esto sin mencionar su exquisita repostería-.

Pero en Monserrat no sólo se escribieron historias políticas o gastronómicas, sobre la calle Balcarce en el número 460, Cerati haría una de sus primeras apariciones como músico en La Trastienda en el año 1981 junto a Vozarrón, banda previa a Soda Stereo que se dedicaba a la mezcla de géneros como jazz, rock y música folclórica. (Además de Vozarrón, también existieron ET, Koala, Savage y Triciclo, sus bandas de la adolescencia).

Desde la apertura de La Trastienda en 1979 hasta la fecha se ha tratado de una de las mejores propuestas en la ciudad para una noche de recital donde se han presentado artistas de la talla de Luis Alberto Spinetta, Charly García, los Auténticos Decadentes y Café Tacvba.

Cabe mencionar que a tres manzanas de distancia de La Trastienda se encuentra el famoso Paseo de la Historieta que forma parte del bellísimo San Telmo, a mi gusto, el barrio que atesora con mayor fulgor la esencia bonaerense y que domingo tras domingo ofrece espectáculos de teatro guiñol, tango callejero y conciertos que impregnan las calles con el agridulce canto del bandoneón.

Si buscas los discos o mercancía de Gustavo Cerati para conocer más acerca de su legado, puedes dirigirte al sitio de Amazon en México donde encontrarás una gran selección de productos.

(continuar en parte 2 de 3)
(continuar en parte 3 de 3)

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